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Casa Mediterráneo, hogar para las novelas de Victoria Daboise

Se define, en su premisa, como "un Consorcio de Diplomacia Pública de los seis con los que cuenta el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España".


Es, Casa Mediterráneo, una Insigne Institución, cuya misión consta en "fortalecer los vínculos entre todos los países que baña el Mar Mediterráneo a través del diálogo, la cultura y el respeto, y recordar que somos pueblos hermanos unidos por un mar que lo impregna todo: el carácter de su gente, la sed de conocimiento, la expresión artística, el espíritu comerciante y la voluntad de alcanzar grandes logros".


Allí, el pasado cuatro de septiembre, me condujo la travesía literaria que, a bordo de mis dos novelas, emprendí hace poco más de un año. No era un puerto más. Era el lugar que marca como meta el mapa de un tesoro.


Reconocerme como escritora mediterránea ha sido un fabuloso honor para mí.


Lo son, "Desde el faro de la genista" y "La casa de las glicinias" son novelas ancladas en el Mediterráneo, mar de arte, de pasiones, de flores asomadas a su orilla, de mi familia pasada y presente, de historias tan reales como las tormentas que azotan playas en aparente calma, como los secretos que solo el lecho marino puede ocultar.


Brillante, como siempre, acertado, locuaz. Conocedor de cuantas tempestades se viven en alta mar, su director, Andrés Perelló -no hay artículo en el que quepa toda su extraordinaria trayectoria- presentó ambos títulos, y a esta versátil escritora de agua salada que lleva tatuado el Mare Nostrum en la piel.


Sabéis que gracias es mi palabra predilecta de todo nuestro vocabulario, pues bien, no hace suficiente justicia al sentimiento que deseo trasladar. A su director, a todo el personal que contribuyó a que la tarde fuese un éxito. Al público presente y al que nos siguió desde todos los países miembros a través de la retransmisión vía YouTube.



Desembarcar en Casa Mediterráneo con mis obras -y el reconocimiento que ello supone- ha marcado un hito en mi hoja de ruta. Sí, septiembre prometió llegar con un regalo de la vida bajo el brazo y lo trajo.


Gracias. La travesía continúa. Ya no solo navega sobre el azul, lo lleva a bordo.


Nada une tanto como la verdad. Como la lealtad. Como el mar.


Nada une tanto.

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