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Victoria o nada


Tiempo atrás proyecté la creación de uno de estos cuadernos digitales que hemos aceptado que se denominen blogs. Pensé llamarlo "Victoria o evasión". Sí, lo sé, el título de la película de Jonh Huston no es así, pero me parecía un simpático homenaje a mi abuela y mi marido. Compartían la pasión por ese tipo de cine.


No obstante, en el transcurso de estos últimos años, he creído más conveniente inspirarme en el grito de guerra que -según nos han contado, tendremos que creerlo dado que no estábamos allí- acuñó un histórico César y retomó otro.


"Victoria o nada", porque nada he sido durante mucho tiempo, porque solo me dejo perder cuando disfruto viéndote ganar y porque mi nombre es Victoria y no creo en las casualidades.


Aclarado el título del espacio, su finalidad pide pista. Lo engendré con el objetivo de compartir todo aquello que escribía y no deseaba publicar de manera oficial, pero lo he parido justo por lo contrario.


De forma habitual, no suelo dejarme llevar por opiniones ajenas en cuanto a lo que mis textos representan. Nunca me he sentido menos escritora por no poner luz y taquígrafos sobre mis obras. No obstante, a mi alrededor, quien me estima, siempre ha insistido en que sacase del cajón los manuscritos y los mostrase al mundo.


Jamás tuve la necesidad, ni la tengo. Sin embargo, llegado este momento de mi vida, son esas páginas escritas a deshora las que me piden su lugar. Escucharlas es terapéutico. Llego a entenderlas. Que te quieran y te nieguen ante el mundo es mucho más doloroso que no haber sido amada jamás.


Conservo uno de mis antiguos cuentos, en un tono tan redicho, tan impropio de los cuatro años que tenía cuando lo escribí en 1982. Podéis calcular mi edad. Soy un poco más mayor que Naranjito. Con todo y con eso, aquel no fue el primero. Cuando pasé del Jardín de Infancia al Colegio de Párvulos ya había escrito unos cuantos.


Encuadernada, con mi creativo diseño de portada -aplico la ironía- e incluso créditos, breve biografía de la autora y sinopsis en la trasera, sigue en el cajón mi primera novelita. "Los días azules". Estaba en quinto de egebé. Vinieron muchas más. Y cientos de relatos.


Fruto de mi escritura adulta han nacido tres novelas, una autobiografía y varias colecciones de textos de ficción. Viven en un rincón de mi antiguo pupitre, con todos los anteriores, en el estudio de adolescente al que regreso, cada cierto tiempo, en busca de asilo.


Transcurridos estos postreros meses, vivo mis días como una continua despedida. ¿De qué? ¿De quién? Son términos que tengo pendientes de esclarecer. En cualquier caso, esta sensación de que el barco no zarpe sin mí me acecha hasta notar su aliento en el cuello y es culpable de que tenga la mirada tan puesta en el destino, que soy incapaz de disfrutar del viaje. Me lo advierte un buen amigo.


Pudiera parecer que divago, amparándome en subterfugios que demoren la revelación del asunto central. Son rastros que deja mi alma de escritora anónima, para que tú -lector o lectora- comprendas por qué decido sacar los papeles de una madriguera excavada en la naftalina.


Después de mí no vendrá nadie. Cuando Victoria se extinga no dejará descendencia ni legado. A todo caso, unas astromelias. Acabarán arrumbados mis objetos personales, mis recuedos y mis escritos. Y en esta despedida, de la que todavía no discierno el sentido, oigo los gritos de los personajes de cada trama. Ruegan que los libere, se niegan a acabar reciclados en confeti o serpentina. Convertidos en barcos de papel como los de mi amado Justo Brightman -de Máximo Huerta y su "Noche soñada"- en el mejor de los casos.


¿Y si, en esta ocasión, escuchas cómo se manifiestan tus entrañas? Ya sabes que las decisiones importantes no las tomas con la cabeza ni con el corazón, las tomas con las tripas. No estaría mal pensar por una vez en ti,

Daboise. Que así sea. Os atiendo, queridas.


Sirvan estas líneas, de este blog, de esta página virtual, como punto de partida de una travesía por mar que desconozco a qué puerto va a llevarme. Levo anclas.


Victoria Daboise

266 visualizaciones2 comentarios

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2 Comments


martacuor
Apr 27, 2023

El que espera…desespera .

Que así sea y florezca ya

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carvillafuertes
Mar 07, 2023

Vivir es intentar. El miedo paraliza.

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